cada renuncia
convertida en piedra
casa de musgo

una plumita
en el suelo las ganas
de ese perro

sin una excusa
dejo caer los días
y no pregunto

vuelves
como las olas
sin querer
queriendo

Juntaré los espejos rotos
y haré brillar al sol
a la sombra de ese árbol
cuya semilla se niega a germinar

Tomaré la rosa sin reparos
pues cada espina abre un camino
y volveré, a lavar sus pies
una vez que haya despertado